domingo, 29 de mayo de 2011
sábado, 28 de mayo de 2011
Preguntas y respuestas sobe la dictadura de 1976 -1983.
¿Por qué las Fuerzas Armadas dieron el golpe del 24 de marzo de 1976?
¿Qué políticas aplicó la Dictadura para lograr sus propósitos?
Segun sus protagonistas,el golpe de Estado se produjo pues las Fuerzas Armadas tuvieron que hacerse cargo del gobierno ante "la situacion de caos que se vivia en el pais".Definida por ellos como,"vacio de poder,terrorismo,y una economia dislocada".
La argumentación, característica de los golpes de estado, encubre parte de la realidad.
Es cierto que había una situación caótica, pero también que los grupos que promovieron el golpe habían contribuido a generarla. Las Fuerzas Armadas tenían un claro proyecto político. El fracaso de la "Revolución Argentina" los había convencido de que era precisa una profunda reorganización de la sociedad. Obligados a entregar el gobierno en 1973, esperaban retomarlo. La planificación concreta del golpe comenzó más de un año antes.
La intervención militar tendría un carácter conservador y reaccionario. La proclama del 24 de marzo señalaba la necesidad de reestablecer la "vigencia de los valores de la moral cristiana, de la tradición nacional", "de la seguridad nacional" y establecer "una relación armónica entre el Estado, el capital y el trabajo".
Sus propósitos, "terminar con el desgobierno, la corrupción y el flagelo subversivo", rechazando "todos los extremismos" y "cualquier demagogia" .
Esto significaba acabar no sólo con los sectores de izquierda que buscaban una transformación radical de la sociedad, sino también modificar profundamente el país forjado por el peronismo treinta años antes. El fin era consolidar el dominio de la clase dirigente, acabar con la inestabilidad política y económica que hacía veinte años les impedía gobernar sin sobresaltos el país.
Las FF.AA., orientadas por la Doctrina de la Seguridad Nacional, implementaron un régimen de Terrorismo de Estado, un plan sistemático de secuestros, desapariciones, torturas y exterminio de dirigentes y militantes del campo popular, no sólo de los combatientes armados. Política que además de aniquilar a las organizaciones revolucionarias, buscaba descabezar a las organizaciones populares más combativas e intimidar al resto, sembrando el terror en la sociedad, a fin de disciplinarla. Por ello, la categoría subversivo era muy amplia. Abarcaba todo tipo de activistas, delegados sindicales, militantes políticos, sociales, estudiantiles, etc. Los trabajadores fueron particularmente golpeados.
El Terrorismo de Estado era la precondición necesaria para aplicar el plan económico de Martínez de Hoz sin resistencia. Según el diagnóstico neoliberal, los problemas argentinos se debían a la intervención del Estado en la economía, que ahogaba la iniciativa privada; al carácter cerrado de la economía, que la hacía poco competitiva; al gasto público excesivo; y al desincentivo de los productores más eficientes, el sector agropecuario, que debía subsidiar a la industria y a los consumidores. Achicar el Estado, abrir la economía, reducir el déficit y apoyar la producción agropecuaria eran sus propósitos manifiestos.
Pero el problema real era que Argentina tenía una economía industrial, orientada al mercado interno, con bajo desempleo. Esto le daba mucho poder a los sindicatos para defender el salario. Y además podían establecer acuerdos con los empresarios ligados al mercado interno, en defensa del salario, que a la vez era consumo, formando una alianza que podía bloquear las iniciativas de los sectores económicos dominantes (capital extranjero, oligarquía terrateniente). El plan económico atacaba las bases estructurales de estos sectores, promoviendo la desindustrialización que, al reducir la cantidad de empresas nacionales y de trabajadores industriales, haría lo propio con su poder.
Qué grupos sociales y políticos propiciaron el golpe de Estado?
¿Cómo lograron los militares el consenso necesario para el golpe?
Los grandes empresarios, sobre todo el sector liberal. En 1975 se conformó la Asamblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias, donde gran parte de los sectores capitalistas concentrados confluyeron con intenciones desestabili-zadoras (Sociedad Rural Argentina, Bolsa de Comercio, Asociación de Bancos Argentinos, entre otras).
· La mayor parte de la jerarquía católica. Adolfo Tórtolo, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y Vicario General de las Fuerzas Armadas pronosticó (en diciembre de 1975) el inicio de "un proceso de purificación'" encabezado por las FF.AA. Sólo cuatro obispos sobre ochenta se pronunciaron públicamente contra la represión ilegal, y un puñado más aceptó recibir a los familiares de desaparecidos luego del golpe.
· Intelectuales y medios de prensa de la derecha. Por ejemplo. La Nación y La Prensa, que desde 1973 tenían una línea marcadamente opositora al gobierno peronista; Mariano Grondona, que ya había trabajado preparando el golpe contra Illia desde Primera Plana; Ricardo Zinn, quien elaboró el plan que aplicó el ministro de economía Rodrigo en 1975 y luego fue integrante del gabinete de Martínez de Hoz.
· Partidos políticos de derecha: Nueva Fuerza, Demócrata Progresista, Socialista Democrático, Federal, partidos conservadores provinciales. Sus dirigentes luego fueron colaboradores y funcionarios de la dictadura.
Después de la muerte de Perón, el gobierno de Isabel Perón fue perdiendo todo apoyo y legitimidad política, pues abandonó totalmente las pautas programáticas de 1973, en tanto la creciente violencia, uno de los argumentos para el golpe, era fomentada en gran medida por la propia derecha.
La política económica también giró hacia la ortodoxia. Incluso se intentó aplicar el primer experimento neoliberal, con Rodrigo, si bien la movilización obrera lo impidió. Esto robusteció el consenso capitalista sobre la necesidad del golpe. El desgobierno económico era incentivado por estos sectores (remarcación de precios, paros patronales, etc.).
La lucha interna desgastó al gobierno. A la ruptura definitiva y la guerra abierta con la izquierda peronista, siguió la lucha entre la burocracia sindical y el lopezreguismo y la ruptura en el partido entre verticalistas y antiverticalistas, que terminó de aislar a la presidenta. En este desenlace colaboraron la ineptitud política de Isabel y quienes la rodeaban.
Este cuadro llevó, sobre todo a los sectores medios, a ver a las FF.AA. como una garantía del orden. Entre los trabajadores, que aún sostenían luchas defensivas, tal vez lo que primó en su actitud fuesen decepción e impotencia, pues éste había sido su gobierno. En definitiva, como lo señaló Rodolfo Walsh en su Carta Abierta a la Junta Militar, lo que las FF.AA. liquidaron no era el gobierno de Isabel Perón, sino "la posibilidad de un proceso democrático " donde el pueblo remediara los males que lo aquejaban, pues sólo faltaban nueve meses para las elecciones.
¿Por qué el sistema político no encontró una salida democrática?
La democracia tenía escaso valor en la Argentina. Los grupos dominantes y sus partidos afínes no creían en ella. Desde 1916 nunca pudieron articular una fuerza política capaz de lograr un consenso de masas. Por ello utilizaron a las fuerzas armadas como un instrumento al servicio de sus intereses. Desde el golpe del 30, cuando la élite gobernó directamente fue mediante dictaduras, gobiernos civiles tutelados por las FF.AA., y proscripciones de las mayorías populares.
Las fuerzas armadas se transformaron en un actor más del juego político, con cierta autonomía, conformando lo que luego se llamó el Partido Militar. Buena parte de los partidos liberales tradicionales que invocaban la democracia no habían dudado en golpear la puerta de los cuarteles. Los golpes eran cívico-militares, los partidos actuaban a través de ellos. Para los peronistas, la democracia era la bandera poco creíble esgrimida por los golpistas del 55; para la izquierda ocultaba el carácter de dominación de clase de las democracias burguesas.
¿Por qué se frustró el proceso abierto en 1973? ¿Cuál era el proyecto de Perón?
Frente a la crisis política de 1975-76, como de hecho se aceptaba ese papel tutelar de las FF.AA., la mayor parte de los partidos no golpistas, luego de una serie de infructuosos esfuerzos por buscar una salida (que intentaban el desplazamiento de la presidenta), se resignaron a la intervención de las FF.AA. y más bien comenzaron a pensar cómo se reaco-modarían luego. Esta falta de opciones se puso de manifiesto tanto en el discurso que Ricardo Balbín -líder de la UCR-pronunció dos semanas antes del golpe, como en la actitud de espera de los dirigentes peronistas.
¿Qué papel jugó la izquierda revolucionaría en este proceso?
En los 60, organizaciones y militantes de diversas orientaciones ideológicas (marxistas, peronistas, cristianos) se fueron radicalizando, en un proceso con raíces en la resistencia peronista, la renovación de la Iglesia y las nuevas corrientes de la izquierda en el mundo. Coincidían en poner el acento en la necesidad de un cambio revolucionario en la sociedad. En el movimiento obrero, se afirma una corriente combativa; en la iglesia el Movimiento de Sacerdotes para el tercer Mundo; el movimiento estudiantil se radicaliza; surgen diversos movimientos sociales, etc. Algunas organizaciones políticas llegan a la conclusión que el único camino para lograr los cambios era la lucha armada. En el enfrentamiento contra la dictadura de Lanusse, tanto las organizaciones de masas como las armadas cumplieron un papel importante, pues fue el temor a una guerra civil -espoleado por Perón- lo que obligó a las FF.AA. a dar una salida democrática sin condiciones.
Buena parte de estos grupos finalmente ingresan al peronismo.
La campaña electoral también fue protagonizada por la Juventud Peronista.
En el gobierno de Cámpora, estos sectores empujaron un proceso de movilización. Sobre la base del importante papel jugado hasta el momento creyeron que liderarían la construcción del socialismo nacional. Desautorizados por Perón, dieron la lucha política. En la medida en que su campo de acción se acotaba, volvieron a las armas. Se internaron en una espiral de violencia, donde la lucha fue cada vez más militar y menos política, lo cual los llevó a un callejón sin salida, donde no podían vencer y su acción fortalecía la derecha, al darle argumentos para el golpe. Distinto al caso del ERP, que si bien tuvo disensos internos, nunca abandonó la lucha armada.
Tomada en conjunto, la acción de las organizaciones armadas durante el gobierno peronista resultó contraproducente para el campo popular y las propias organizaciones, que expuestas en demasía frente a un enemigo superior militar y políticamente, fueron destruidas. En ese clima, las organizaciones de masas más combativas encontraron poco espacio para desarrollar su política. En definitiva, los sectores que buscaban un cambio radical de la sociedad no pudieron hacer que ésa fuese una opción de masas. A grandes industriales y los terratenientes, por dirigista y esta-tista. La izquierda también lo rechazó, pues lo veía como un freno para la transformación social.
Perón comenzó a desmontar las posiciones de la izquierda peronista, se apoyó en el sindicalismo ortodoxo y en los sectores de centro y derecha del movimiento. La Tendencia resistió movilizándose. El clima político, se enrareció: el comienzo del accionar de la Triple A; el asesinato de Rucci; medidas políticas orientadas contra la izquierda (leyes, intervenciones a provincias); ataques del ERP a unidades militares; la ruptura pública se produjo el Io de mayo.
El Pacto Social enfrentó dificultades (inflación, reclamos obreros y empresarios). El establishment presionó. Perón, el 12 de junio, hizo un último intento de reencauzar el proyecto. Su muerte lo desbarató.
La ironía de esta historia fue que para afirmar su proyecto, Perón se apoyó en la derecha del movimiento. Y a su muerte, fue ese sector quien lo desechó. Tal vez previendo este desenlace fue que en su último discurso ante los trabajadores (los únicos que le habían permanecido fieles), expresó que el pueblo era su único heredero.
¿Que papel tuvieron la clase trabajadora y el movimiento obrero?
Luego de la caída del peronismo, el movimiento obrero sostuvo grandes luchas. En los 60 se consolida organizativamente, se transforma en un factor de poder, por su poder de movilización, sus recursos financieros, y también porque representa políticamente a los trabajadores, mayoritariamente peronistas.
La principal corriente sindical es el vandorismo. Su lema es golpear y negociar, obtener beneficios para los trabajadores, y consolidar su poder. Pérdida de democracia sindical, patoteris-mo, corrupción, algunos de sus rasgos. Durante la Revolución Argentina su poder es cuestionado. Renace una corriente combativa, que retoma el espíritu de la resistencia peronista junto con nuevos postulados, agrupada en la CGT de los Argentinos. Poco después surge el sindicalismo clasista, sobre todo en el interior. Los trabajadores se movilizan para reconquistar el protagonismo perdido.
El retorno del peronismo al gobierno encuentra a la burocracia sindical debilitada. Han apostado tibiamente a la vuelta de Perón. Desconfían del Pacto Social, que limita su capacidad de acción. Son crecientemente cuestionados por sus bases. Pero como resultan imprescindibles para sostener el Pacto Social, Perón, a cambio de su apoyo, los respalda. Se alian con López Re-ga contra la Tendencia. Los trabajadores apoyan a los líderes sindicales y a Perón, aunque también libran luchas reivindicati-vas. El sindicalismo combativo, en tanto, no logra consolidar sus posiciones en los sindicatos, que irá perdiendo.
Muerto Perón, el sindicalismo ortodoxo lleva adelante una ofensiva contra los sindicatos opositores e impulsa la renuncia del ministro Gelbard. En 1975 enfrentan a Rodrigo y López Rega, presionados en parte por los trabajadores y los sectores combativos. Son las últimas grandes luchas de período. En definitiva, no supieron, cuando eran el principal soporte del gobierno, formular una política que resolviera la crisis. Entonces también comenzaron a esperar el golpe, pensando en luego volver a golpear y negociar. Pero las condiciones ya no serían las mismas.
¿Qué efectos tuvieron las políticas aplicadas por la Dictadura?
Las políticas de la Dictadura modificaron profundamente la sociedad, logrando parte de sus propósitos.
Consiguieron desarticular a las clases y sectores sociales ligados al modelo industrialista, rompiendo el empate social existente hasta 1976. Sobre todo, la clase trabajadora ya no tendría el protagonismo de la etapa anterior, afectada por la precarización laboral, por la desocupación, como también por la pérdida del poder y el desprestigio del sindicalismo tradicional.
También ayudaron al afianzamiento de un nuevo modelo económico y de las clases dominantes, favoreciendo la consolidación de los grupos económicos nacionales. Y apareció en escena un nuevo actor: los acreedores externos, acompañados por organismos como el FMI y el Banco Mundial.
Asimismo, la democracia recuperada adoleció de limitaciones, los partidos mayoritarios fueron captados progresivamente por el poder, lo cual limitó la posibilidad (y la esperanza que se tenía en un comienzo) de recuperar por su medio todo lo perdido.
El resultado final de estas políticas es conocido: el aumento de la polarización económica y la dualidad social, el progresivo empobrecimiento de importantes sectores sociales, la gran concentración del ingreso.
Sin embargo, las clases dominantes no lograron todos sus propósitos.
En primer lugar, el propio retomo a la democracia fue (al menos en parte) resultado de una conquista popular, pues los sectores de poder apostaban a una salida conti-nuista del Proceso. Decimos parcialmente porque también cambió en ese momento la política del Departamento de Estado de los EE.UU., que a partir de los 80 impulsaron el retorno a la democracia en América Latina. Y también fue fruto del descalabro de Malvinas.
Tampoco pudieron impedir el resurgir de las luchas sociales y sindicales ni la aparición de nuevos movimientos sociales (entre ellos un nuevo sindicalismo) que enfrentaron las políticas neoliberales.
En el plano de los Derechos Humanos, la resistencia de los organismos fue importante para la recuperación de la democracia primero y, posteriormente, para el avance en el juicio y castigo de los culpables.
Las FF.AA., no sólo quedaron totalmente desprestigiadas, sino que perdieron el papel tutelar que habían tenido en la política argentina, sufriendo un acentuado proceso de desintegración interna.
Finalmente, en los últimos años, tomando como punto de inflexión el estallido del 2001, hay una recuperación en el movimiento popular. Aún con divisiones y debilidades, comienza a despuntar otro tipo de lucha, para recuperar todo lo perdido.
¿Cómo influyó el contexto latinoamericano y mundial?
La guerra fría: el enfrentamiento entre los países comunistas (URSS, China, etc.) y el occidente capitalista (EE.UU., Europa occidental) cubrió la escena internacional. América Latina estaba ubicada dentro de la esfera de influencia de los EE.UU. Sus políticas hacia la región tuvieron importancia. Fue significativa la influencia sobre los ejércitos de la región de la Doctrina de la Seguridad Nacional, tomada activamente por los militares argentinos, reemplazando la idea de defensa de la frontera por la de enemigo interno. Bajo este marco se desarrolló el Plan Cóndor. La influencia yanqui también se sintió a través de los organismos multilaterales, las empresas multinacionales, los medios culturales y de prensa. En realidad, bajo el supuesto de frenar el avance del comunismo, se buscó impedir la formación de gobiernos populares, que obstaculizaran la expansión de los EE.UU, de sus valores, modos de vida y sobre todo su comercio.
La influencia de la Revolución cubana: más allá de la influencia que el clima de época de rebeldía tuvo en general, ios grupos revolucionarios argentinos se vieron muy influenciados por el ejemplo de la revolución, muchos cuadros viajaron a la isla, donde recibieron formación política y militar. Los cubanos apoyaron la instalación de distintos focos insurgentes en América Latina (el más conocido, en Bolivia, donde murió el Che). Sobre todo, la revolución cubana fue muy arráyente poique era el ejemplo de una revolución triunfante. El método: la lucha armada.
La crisis del capitalismo: diversos elementos, entre ellos, la caída de las ganancias de las empresas y la crisis del petróleo, llevaron a una crisis del modelo económico mundial. Esto hizo que, por una parte, cambiaran las condiciones del comercio mundial, lo que influyó directamente en nuestro país. Así, el cierre del mercado europeo fue uno de los elementos que precipitó la crisis económica de 1974-1975. Por otra parte, comienza el fin de las políticas keynesianas. Desde los centros de poder se expanden las propuestas neoliberales, que se aplican por primera vez en Chile, bajo la dictadura de Pinochet.
Obama un Nobel sin escrupulos
Un signo más de los muchos que ilustran la profunda crisis moral de la “civilización occidental y cristiana” que Estados Unidos dice representar lo ofrece la noticia del asesinato de Osama Bin Laden. Más allá del rechazo que nos provocaba el personaje y sus métodos de lucha, la naturaleza de la operación llevada a cabo por los Seals de la Armada de los Estados Unidos es un acto de incalificable barbarie perpetrado bajo las órdenes directas de un personaje que con sus conductas cotidianas deshonra el galardón que le otorgara el parlamento noruego al consagrarlo como Premio Nobel de la Paz del año 2009. De acuerdo a lo establecido por Alfred Nobel en su testamento esta distinción, recordémoslo, debía ser adjudicada, “a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz.” El energúmeno que anunció al pueblo estadounidense la muerte del líder de Al Qaeda diciendo que “se ha hecho justicia” es la antítesis perfecta de lo estipulado por Nobel. Un operativo comando es lo menos parecido al debido proceso, y arrojar los restos de su víctima al mar para ocultar las huellas de lo actuado es algo propio de mafiosos o genocidas. Lo menos que debería hacer el parlamento noruego es exigirle la devolución del premio.
En la truculenta operación escenificada en las afueras de Islamabad hay múltiples interrogantes que permanecen en las sombras, y la tendencia del gobierno de los Estados Unidos a desinformar a la opinión pública torna aún más sospechoso este operativo. Una Casa Blanca víctima de una enfermiza compulsión a mentir (recordar la historieta de las “armas de destrucción masiva” existentes en Irak, o el infame Informe Warren que sentenció que no hubo conspiración en el asesinato de Kennedy, obra del “lobo solitario” Lee Harvey Oswald ) nos obliga a tomar con pinzas cada una de sus afirmaciones. ¿Era Bin Laden o no? ¿Por qué no pensar que la víctima podría haber sido cualquier otro? ¿Dónde están las fotos, las pruebas de que el occiso era el buscado? Si se le practicó un ADN, ¿cómo se obtuvo, dónde están los resultados y quiénes fueron los testigos? ¿Por qué no se lo presentó ante la consideración pública, como se hiciera, sin ir más lejos, con los restos del Comandante Ernesto “Che” Guevara? Si, como se asegura, Osama se ocultaba en una mansión convertida en una verdadera fortaleza, ¿cómo es posible que en un combate que se extendió por espacio de cuarenta minutos los integrantes del comando norteamericano regresaran a su base sin recibir siquiera un rasguño? ¿Tan poca puntería tenían los defensores del fugitivo más buscado del mundo, de quien se decía que poseía un arsenal de mortíferas armas de última generación? ¿Quiénes estaban con él? Según la Casa Blanca el comando dio muerte a Bin Laden, a su hijo, a otros dos hombres de su custodia y a una mujer que, aseguran, fue ultimada al ser utilizada como un escudo humano por uno de los terroristas. También se dijo que otras dos personas más habían sido heridas en el combate. ¿Dónde están, qué se va a hacer con ellos? ¿Serán llevados a juicio, se les tomará declaraciones para arrojar luz sobre lo ocurrido, hablarán en una conferencia de prensa para narrar lo acontecido? Por lo que parece esta “hazaña” pasará a la historia como una operación mafiosa, al estilo de la matanza de San Valentín ordenada por Al Capone para liquidar a los capos de la banda rival.
Osama vivo era un peligro. Sabía (¿o sabe?) demasiado, y es razonable suponer que lo último que quería el gobierno estadounidense era llevarlo a juicio y dejarlo hablar. En tal caso se hubiera desatado un escándalo de enormes proporciones al revelar las conexiones con la CIA, los armamentos y el dinero suministrado por la Casa Blanca, las operaciones ilegales montadas por Washington, los oscuros negocios de su familia con el lobby petrolero norteamericano y, muy especialmente, con la familia Bush, entre otras nimiedades. En suma, un testigo al que había que acallar sí o sí, como Muammar Gadafi. El problema es que ya muerto Osama se convierte para los jihadistas islámicos en un mártir de la causa, y el deseo de venganza seguramente impulsará a las muchas células dormidas de Al Qaeda a perpetuar nuevas atrocidades para vengar la muerte de su líder.
No deja también de llamar la atención lo oportuna que ha sido la muerte de Bin Laden. Cuando el incendio de la reseca pradera del mundo árabe desestabiliza un área de crucial importancia para la estrategia de dominación imperial, la noticia del asesinato de Bin Laden reinstala a Al Qaeda en el centro del escenario. Si hay algo que a estas alturas es una verdad incontrovertible es que esas revueltas no responden a ninguna motivación religiosa. Sus causas, sus sujetos y sus formas de lucha son eminentemente seculares y en ninguna de ellas -desde Túnez hasta Egipto, pasando por Libia, Bahreim, Yemen, Siria y Jordania- el protagonismo recayó sobre la Hermandad Musulmana o en Al Qaeda. El problema es el capitalismo y los devastadores efectos de las políticas neoliberales y los regímenes despóticos que aquél instaló en esos países y no las herejías de los “infieles” de Occidente. Pero el imperialismo norteamericano y sus secuaces en Europa se desvivieron, desde el principio, para hacer aparecer estas revueltas como producto de la malicia del radicalismo islámico y Al Qaeda, cosa que no es cierta. Santiago Alba Rico observó con razón que en pleno auge de estas protestas seculares -anti- políticas de ajuste del FMI y el Banco Mundial- un grupo fundamentalista desconocido hasta entonces asesinó al cooperante italiano Vittorio Arrigoni, activista del Movimiento de Solidaridad Internacional, en una casa abandonada en la Franja de Gaza. Pocas semanas después un terrorista suicida hace estallar una bomba en la plaza Yemaa el Fna, uno de los destinos turísticos más notables no sólo de Marruecos sino de toda África y mata al menos a 14 personas. “Ahora –continúa Alba Rico- reaparece Bin Laden, no vivo y amenazador, sino en toda la gloria de un martirio aplazado, estudiado, cuidadosamente escenificado, un poco inverosímil. ‘Se ha hecho justicia’, dice Obama, pero la justicia reclama tribunales y jueces, procedimientos sumariales, una sentencia independiente.” Nada de eso ha ocurrido, ni ocurrirá. Pero el fundamentalismo islámico, ausente como protagonista de las grandes movilizaciones del mundo árabe, aparece ahora en la primera plana de todos los diarios del mundo y su líder como un mártir del Islam asesinado a sangre fría por la soldadesca del líder de Occidente. La Casa Blanca, que sabía desde mediados de Febrero de este año que en esa fortaleza en las afueras de Islamabad se refugiaba Bin Laden, esperó el momento oportuno para lanzar su ataque con vistas a posicionar favorablemente a Barack Obama en la inminente campaña electoral por la sucesión presidencial.
Hay un detalle para nada anecdótico que torna aún más inmoral a la bravata norteamericana: pocas horas después de ser abatido, el cadáver del presunto Bin Laden fue arrojado al mar. La mentirosa declaración de la Casa Blanca dice que sus restos recibieron sepultura respetando las tradiciones y los ritos islámicos, pero no es así. Los ritos fúnebres del Islam establecen que se debe lavar el cadáver, vestirlo con una mortaja, proceder a una ceremonia religiosa que incluye oraciones y honras fúnebres para luego recién proceder al entierro del difunto. Además se especifica que el cadáver debe ser depositado directamente en la tierra, recostado sobre su lado derecho y con la cara dirigida hacia La Meca. ¿Con qué celeridad tuvieron que ser hechos el combate, la recuperación del cadáver, su identificación, la obtención del ADN, el traslado a un navío de la Armada estadounidense, situado a poco más de 600 kilómetros del suburbio de Islamabad donde se produjo el enfrentamiento y finalmente, navegar hasta el punto donde el cadáver fue arrojado al mar como para respetar los ritos fúnebres del islam? En realidad, lo que se hizo fue abatir y “desaparecer” a una persona, presuntamente Bin Laden, siguiendo una práctica siniestra utilizada sobre todo por la dictadura genocida que asoló a la Argentina entre 1976 y 1983. Acto inmoral que no sólo ofende las creencias musulmanas sino a una milenaria tradición cultural de Occidente, anterior inclusive al cristianismo. Como lo atestigua magistralmente Sófocles en Antígona, privar a un difunto de su sepultura enciende las más enconadas pasiones. Esas que hoy deben estar incendiando a las células del fundamentalismo islámico, deseosas de escarmentar a los infieles que ultrajaron el cuerpo y la memoria de su líder. Barack Obama acaba de decir que después de la muerte de Osama Bin Laden el mundo es un lugar más seguro para vivir. Se equivoca de medio a medio. Probablemente su acción no hizo sino despertar a un monstruo que estaba dormido. El tiempo dirá si esto es así o no, pero sobran las razones para estar muy preocupados.
viernes, 27 de mayo de 2011
"Viviendo en un mundo incorregible y cruel."
Vivimos en un mundo que no es primitivo, pero tampoco es racional,Muchas personas se guían por la superstición, la tradición y la moral,La convivencia entre nosotros no es pacífica: nos empujamos, gritamos,nos imponemos a los gritos, nos pisamos, insultamos y herimos.Nuestro fracaso somos nosotros mismos, nuestras reglas,las cuales transformamos en sacos de etiqueta para algunas ocasiones,La calle es un ámbito hostil que no resiste la brutalidad, la mala educación,las groserías, el mal gusto y el intercambio.¿Y qué hay de los talentos?, de las buenas intenciones, del deseo de ayudar,es un campo minado para los honestos y bondadosos.¿Apretamos los dientes?, ¿Cerramos los puños?, ¿Bajamos los ojos?Respuestas predecibles para un planeta predecible.¿Escuela o vagancia?He aquí el fracaso de los moralistas y sus torpes empeñosen tratarnos como mansas ovejas.- Horacio Crivaro.
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